(Extracto del artículo publicado en la Revista Villena 2012, páginas 111-112, editada por el M.I. Ayuntamiento de Villena)
La
cal ha sido una de las señas de identidad de nuestra ciudad, ya que
hubieron explotaciones que se dedicaron a la elaboración de ese
material constructivo, siguiendo métodos de producción artesanal.
Los hornos de las caleras
villenenses estaban hechos con piedras calizas mezcladas con barro,
solían tener unos tres metros de diámetro y unos 5 o 6 metros de
altura. Dependiendo del tamaño de los hornos podía ser mayor o
menor su capacidad. En los de mayor tamaño cabían 40.000 kilos de
piedra. La cocción tardaba unos tres días, durante los cuales había
que suministrar leña cada 20 minutos aproximadamente, tanto de día
como de noche, alcanzando temperaturas de hasta 1000 ºC. En todo
este tiempo se consumía muchísima leña: unos 30.000 kilos
aproximadamente. Cuando terminaba la cocción, había que esperar por
lo menos un día y medio para que bajase la temperatura y poder
empezar a sacar las piedras. La cal que se sacaba de los hornos se
consumía en un 30 %, con respecto a lo que era al principio, debido
al agua que se perdía en la cocción. Por este motivo, de un horno
con una capacidad de 40.000 kilos de piedra se extraía algo menos de
30.000 kilos de cal. Después de sacar del horno todas las piedras de
cal viva, se comercializaban en cahíces o al peso.
En
la parte Norte del casco urbano de Villena existieron tres caleras
con una producción importante. Todas estas han desaparecido
totalmente, por distintos motivos. Se conoce la existencia de una
calera en la actual calle Quintín Esquembre, que se derribó para la
urbanización de la zona y la construcción de la Iglesia de la Paz.
De esta antigua fábrica, que contaba con dos hornos de gran
capacidad, únicamente se conserva el nombre de algunos bloques de
vivienda de la zona, como es el caso de los edificios “La
Calera”. Las otras dos
caleras se encontraban en la Umbría de la Celada, junto al
Cementerio Municipal: una estaba situada en el lugar donde está en
la actualidad el Mesón “La
Calera”, y tenía un
horno; y la segunda a unos 200 metros hacia el Noreste. Ésta última
tenía un horno, almacenes y foso.
Las
caleras mencionadas anteriormente estaban regentadas por familias
dedicadas a esta profesión, cuyo trabajo les había sido transmitido
de sus antepasados desde tiempos remotos, contando en épocas de
demanda de cal hasta con seis o siete trabajadores. Pero, estas
explotaciones no fueron las únicas que existieron en nuestro
municipio, ya que conocemos otras de tipo doméstico o de pequeña
producción. Este segundo tipo de caleras están diseminadas por el
término municipal. Se trata de pequeños hornos situados al pie de
las principales elevaciones calcáreas de la zona, y posiblemente
empleados para la obtención de material de construcción para las
distintas viviendas rurales y pedanías de nuestro municipio. Estos
hornos tenían menor capacidad que los existentes en las caleras,
siendo utilizados por labradores de la zona y maestros de obras en
épocas de necesidad de cal. Este tipo de hornos, ubicados en el
medio rural, los encontramos en las cercanías de La Zafra, en las
Lomas de Carboneras, en la Sierra de Salinas y en la Solana del Zaricejo.
Horno de cal de pequeño tamaño situado al pie de la Sierra de la Zafra. Foto: JGG
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